martes, 17 de abril de 2012

Cicatrices olvidadas


Hola gente!
Os adjunto el link a un nuevo cuento deportivo con el que he colaborado para la web deportiva La Ciudad Deportiva (www.laciudaddeportiva.com). 
En esta ocasión me he dejado llevar por una de mis pasiones: el rugby. Espero que os guste.

Cicatrices olvidadas
Etsuro Satoo se miró al espejo mientras su grueso dedo índice acariciaba una profunda cicatriz situada sobre su pómulo derecho.
“Cincuenta y siete”, murmuró para sí mismo entre el bullicio de sonidos y bromas del vestuario. Y esbozó una pequeña sonrisa, casi imperceptible.
Etsuro Satoo contaba cicatrices. Llevaba casi toda la vida haciéndolo y era su particular manera de contar el tiempo. A él no le importaban los minutos, las horas ni los días. Ni siquiera los años que pasaban. Las cicatrices eran su reloj y su único calendario....
Seguir leyendo en La Ciudad Deportiva...

martes, 6 de marzo de 2012

El eco del último segundo

Hola a todos,


Para aquellos a los que os interese he empezado una colaboración con la web deportiva www.laciudaddeportiva.com
La verdad es que es una página muy creativa que trata todo aquello relacionado con el deporte de una manera muy diferente. Os la recomiendo.
Aquí os dejo mi primer cuento deportivo! 


El eco del último segundo

"A veces, cuando todo se decide en un instante, ese último segundo retumba en el interior de tu cabeza como el eco de un disparo dentro de una catedral.
Para Joao ese último instante tenía el sonido del cuero hinchado golpeando contra un larguero de madera.  Y olía a derrota, a áspera y arrugada derrota..."  Seguir leyendo en: http://www.laciudaddeportiva.com/el-eco-del-ultimo-segundo

sábado, 3 de marzo de 2012

Tristeza

Inspirada en una ilustración de Nicoletta Ceccoli, titulada "cuervos".


Y la original...







jueves, 16 de febrero de 2012

La hormiga del cohete

Os dejo un breve relato que he escrito como trabajo de clase. Espero que os haga sonreír un pelín...

Una noche el señor Leopoldo escucha un ruido en su jardín. Al mirar por la ventana para ver de qué se trata, descubre que, junto al geranio, ha aterrizado un pequeño cohete.

Más extrañado que asustado, pero armado con un su bastón por si las moscas, decide salir a averiguar qué es aquel artefacto y por qué ha decidido aparcar entre sus plantas.

Al acercase se da cuenta de que el cohete parece de juguete y que su altura no supera a la de sus propias rodillas.

El señor Leopoldo se acerca un poco más y toca el casco de la nave con su bastón. “Toc, toc”. Pero no ocurre nada. Decide repetir la operación, “Toc, toc”, con el mismo resultado que en la ocasión anterior.

Antes de que pueda llegar a proceder al tercer toqueteo bastoniano, el anciano oye un extraño zumbido metálico y una compuerta se abre. De su interior aparece una hormiga gigante, grande como un gato, que le sonríe amigablemente.

El anciano retrocede asustado. Es la criatura más extraña y asquerosa que ha visto en su vida. Ni siquiera aquel ciempiés gigante australiano que vio el zoo de Barcelona había conseguido impresionarlo tanto.

El señor Leopoldo piensa en huir pero aquel bicho venido de no se sabe dónde está pisando su geranio y eso es algo imperdonable, así que decide quedarse y soltarle a bocajarro:

-A ver, bicho, ¿quién eres? ¿qué quieres? Y, sobre todo, ¿qué haces en mi jardín?

jueves, 2 de febrero de 2012

jueves, 26 de enero de 2012

Besos robados

Hace algunos años que la escribí, pero es una de mis favoritas...


A los colores marchitos de los que nadie se acuerda,

a las lágrimas teñidas de reflejos de ayer,

a los suspiros rotos que murieron en vela,

a los lugares prohibidos con sabor de mujer.


A los besos robados que aún buscan dueño,

a las cartas de amor que morirán sin firmar,

a los abrazos perdidos, a los bostezos sin sueño,

y al vestido de princesa que no quisiste llevar.


A los cuentos de hadas de la legión extranjera,

a los ángeles que sangran en algún hospital,

a las almas heridas, a los magos sin chistera,

a las mentes que sueñan con poder escapar.


A los matones de esquina que buscan convento,

a las damiselas de cuento sin domesticar,

al callejón sin salida de la calle tormento

y a tu mirada de bruja de Peter Pan.


A los poetas solteros que buscan a musas

en putas baratas de copa y hostal,

a los locos que gritan a colegialas confusas

y a los ancianos que aguardan su punto y final.


A tu sonrisa sincera, que no teme a nada,

cuando la lluvia cae y moja el cristal.

viernes, 13 de enero de 2012

Ilustraciones nocturnas

Os dejo un dibujito que hice el otro día...



Coitus interruptus

Si tuviera un idilio romántico con la pareja de mis sueños, aquella sin la que no puedo vivir, la llevaría sin duda a Durban. Una ciudad exótica, alejada de todo y a la vez tan viva y bulliciosa como para coronarse como tercera capital más importante de Sudáfrica. Al ponerse el sol sobre el Índico, sus solitarias playas de arena blanca y aguas cristalinas se convertirían seguro en el lugar idóneo para declarar amor eterno a mi chica, seducirla y desatar la pasión desbocada.

Lamentablemente, mis elucubraciones románticas no son únicas y originales pues, al parecer, los representantes de los 195 países que conforman la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se me han adelantado, y han decidido, tal vez atraídos por la belleza natural del entorno, pasar unos días en esta ciudad de ensueño para dar rienda suelta a su particular romance con el planeta.

Me pregunto si habrán tenido cuidado. Si habrán sido precavidos. Dicen los entendidos en las artes amatorias que no basta con saber elegir el lugar, el momento y las palabras y gestos adecuados. Parece que en estos menesteres hay que saber estar a la altura y dar lo mejor de uno mismo hasta el final o, de lo contrario, lo maravilloso, mágico y trascendente de la ocasión puede tornarse, de un segundo a otro, en una situación de reproche y llevar a un desenlace cuanto menos decepcionante para una de las partes.

Leo estos días las conclusiones de los expertos sobre lo acontecido en Durban y me asaltan las dudas. En cada párrafo, cada acuerdo firmado me recuerda demasiado a una de esas historias de amor sin final feliz, una de ésas que ya hace muchos años que dura y en la que, tras un fingido arrepentimiento y promesas que no se van a cumplir, tras las caricias, los besos y, puede que incluso, tras los gemidos de reconciliación, una de las partes, la misma de siempre, termina una vez más frustrada e insatisfecha.

Tal vez sea producto de mi mente enferma, lo reconozco, pero todo se parece demasiado ese orgasmo que nunca llega, a esas clases de planificación familiar en el instituto, a aquello que los expertos llaman coitus interruptus y que la mayoría de los mortales conocemos como la marcha atrás, uno de los métodos contraceptivos más tradicionales y menos recomendados, no sólo por la frustración e insatisfacción que puede llegar a provocar en una de las partes, sino por su ineficacia probada y por los peligros y riesgos asociados que conlleva.

Dicen los informes que, a pesar de mis dudas, quizás infundadas, este romance aún no ha terminado y que los amantes van a volver a encontrarse en algún lugar de Qatar durante este próximo año 2012. Quizás ésta sea su última oportunidad. Han habido demasiados flirteos románticos en demasiados destinos exóticos, Kioto, Copenhage, Cancún, Durban. Demasiadas promesas incumplidas, ilusiones y planes de futuro que se han derrumbado.

Tal vez no sea demasiado tarde. Tal vez sea hora de arriesgar, de estar a la altura de las circunstancias y de dar lo mejor de nosotros mismos. Tal vez sea hora rebautizar a nuestro entorno, de quitarle el adjetivo y dejar que crezca y, quizás así, sólo quizás, el medio ambiente dejará de ser medio y no se quedará siempre a medias.